Disfrazó su asesinato
de frío y gris suicidio,
todo quedó perfecto,
la nota, la foto, el cuchillo.
Ocultó su cadáver
en lo más hondo del río,
en lo más profundo del bosque,
preparado instantáneo de olvido.
Luego volvió a su vida,
salió a cazar por la noche,
mas, por mucho que triunfara,
por dentro estaba vacío.
Y es que por mucho que clavara
las flechas que robó al muerto,
no podía escapar del hecho
de haber matado a Cupido.