Un día entero sin salir de casa... Un calor de mil demonios... Amigos ausentes u ocupados... Encerrado entre las cuatro paredes de mi habitación hasta que, por fin, mi madre llega a las ocho a relevarme... Es ese momento cuando por fin me visto y salgo a la calle, aunque sólo sea a ver morir el día.
Un paseo de dos horas sin rumbo fijo por la Dehesa de la Villa es justo lo que mi alma necesita para calmarse y poder hacer que concilie el sueño por la noche:
Hasta la próxima!
1 comentario:
Unas fotos mravillosas. Deberias tener un museo o algo, tio.
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