Una de esas cosas era ir a ver la peli del mago adolescente preferido por tod@s: la de Harry Potter y el Príncipe Mestizo (de misterio del príncipe nada oigan, que la traducción es bien fácil) Y, como la habíamos dejado para el final, no pudimos ir al cine guay al que queríamos y nos hemos tenido que conformar con ir a un cine ubicado en un hotel de lujo en la ciudad.
Eso sí, la sala era pequeñita:
La de arriba va de papeo, la de Ugly Truth es (otra) comedia romántica y el resto me parece que os suenan.
La verdad es que la peli cumple con las espectativas. Se inventan y se comen lo justo como para que no se separe demasiado del libro y consiguen que, pese a todo lo omitido, nos llegue la crudeza que desprende el penúltimo libro de la saga. Por otra parte está muy bien eso de ir a ver una película que se desarrolla en Inglaterra, nos ha dado la ocasión de comparar (para nuestro descojone) el inglés de aquí con el de los inglesitos de toda la vida... Interesante.
Después de la película (que era una Matinée de las que ya no hay en España, a las 15:30) toca paseo por el barrio en el que está el cine, algo hay que hacer. Así podemos ver el hotel desde fuera y algunas casas que ya nos gustaría a nosotros poseer:
En fin, hoy el artículo ha sido cortito, como los políticos. Otro día más, pero ya será desde los madriles de la vida. Porque la aventura se acaba (no en el blog, que va con retraso, como la RENFE, pero sí en la vida real de este chaval) y hay que ir haciendo las maletas. Un saludete.
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