En este impasse, me gustaría hablaros de lo último que he estado haciendo, mis últimos meses en un cole, ejerciendo de profe de prácticas en una clase de 3º de Primaria.
Después de años y años de profesores malos, regulares y (pocos) buenos, quise comprobar si en realidad es tan difícil ser un maestro que los chavales recuerden con cariño, alguien preocupado por el futuro de los niños a su cargo más que por quién ganará la Liga este año. A priori no parece difícil, parece, de hecho, de cajón de madera de pino, lo más lógico de hacer, lo más racional...
Las cosas comienzan a torcerse cuando, en la propia facultad (a la que fuiste con todas tus ilusiones de aprender mil técnicas ninja de enseñanza) no sólo sales con la impresión de no haber aprendido nada, sino que las directrices que te da la tutora de prácticas se reducen a "No le cojáis cariño a los niños, manteneos siempre apartados de ellos, si no perderéis objetividad".
Cojonudo.
No dejéis que los niños se acerquen a mí. Al fin y al cabo soy maestro, que les jodan.....
En fin, visto que las directrices de nuestra querida Complutense no me iban a servir de nada, aparecí en el colegio San José un 22 de Febrero a las 8:40 de la mañana con la cabeza vacía de ideas y prejuicios. Dispuesto, por fin, a aprender, a saber cómo se convertía uno en un buen profesor.
En este colegio he tenido la increíble suerte de encontrarme con un GRAN maestro (con mayúsculas) Un señor del que he aprendido un montón y que ha hecho que descubra que ser un maestro del tipo que yo quería ser no es que sea difícil, es que supone el esfuerzo diario de ofrecer tu mejor cara, tu mejor actuación, a 27 chavalines ávidos de cariño, fuentes inagotables de curiosidad y merecedores del mayor de los respetos.
Durante tres meses me he dedicado a contar historias sobre animales, a cantar, a hacer manualidades de plastilina, a fabricar cañones con el Dr. Isma para sorprender a los padres, a visitar fábricas e galletas, palacios y a los bomberos, a reír a carcajadas y a mirar seriamente. El resultado es la sensación de haber hecho algo bueno, de saber que has puesto tu granito de arena en la construcción de la personalidad de 27 personitas maravillosas.
Creo que es una de las cosas más increíbles que he hecho en mi vida y el último día, cuando todos ellos me querían abrazar a la vez mientras me daban sus dibujos y me pedían una dedicatoria en el que le pedí a Luis para ellos, un par de lagrimones amenazaron con escapar de mis secos ojos. Peor aún fue cuando vi que a ese gran hombre que tanto me había enseñado, a José, se le estaban a punto de escapar también.
No digo que este sea el mejor trabajo del mundo..... ¡Qué cojones, lo es! Puede que para tí, querido lector, no lo sea, que tu vocación sea diferente de la mía, puede que tú te sientas perfectamente realizado siendo químico, piloto, periodista o butanero, pero para mí, la sensación con la que salí cada uno de los días de mis prácticas (los buenos y los malos) no la paga el sueldazo de ningún diputado.
Me despido por hoy con algunos de los dibujos que me hicieron los niños, es el homenaje que puedo hacerles, ya que sus fotos aquí no las subiré:
Una preciosa carta de Isa, el delfín nos lo dieron en Cuétara.
Las gomas ed borrar son el nuevo difuminador... Algún día reinstalaré el Photoshop, lo prometo.
Por último la colección de dibujos pegados en mi armario. Varios de ellos son de niños de 1º de Primaria.
Hasta otra!
4 comentarios:
Definitivamente me has reafirmado en lo que ya tenía más que claro. Pienso dedicarme a la enseñanza.
Yo También creo que es el mejor trabajo del mundo, ¿qué puede haber mejor que aportar un granito de arena en la formación como persona de quienes están dispuestos a escucharte? Seguramente a mi me toque tratar con chavalines algo más creciditos, de esos que no te regalan dibujos al terminar el curso, pero espero que me resulte igual de gratificante^^.
Y respecto a lo de "perder objetividad".... creo que no hay nada que deba ser más subjetivo que tratar con las personas, y es a eso a lo que realmente hay que dedicarse. Lo primero que me dijeron en el curso de socorrismo es que no hay que implicarse con los chavales de la piscina, pero cuando una niña de 10 añitos viene a decirte que si le dejas jugar a la game boy, o un niño de 4 años te pide un papel y un boli para dibujar, cuando los hormonados de 14 años deciden dejar de pavonearse y hablar contigo como personas normales, o incluso cuando te retan a meter el balón por el aro salvavidas de una patada (Y sorprendentemente lo consigues), en esos momentos no puedo evitar olvidar que mi trabajo es ignorar a todos y limitarme a observar, o mejor dicho, recordar que soy persona^^. A pesar de las miradas de desaprobación de algunos padres jejee.
Una gran entrada.
Muchas felicidades. Y mucha suerte.
Todo eso que nos has contado está muy bien, pero estoy seguro que en el fondo quieres ser profesor de la escuela de las buenas domingas como todo caballero que se precie.
Cosas asi son las que te hacen disfrutar tu trabajo más que nadie. Lastima que siendo informatico no pueda tener las mismas experiencias.
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